La propuesta “Omnibus”, presentada por la Comisión Europea en febrero de 2025, supone un giro preocupante en la estrategia de sostenibilidad de la UE.
Bajo el argumento de simplificación y reducción de cargas para las empresas, esta propuesta retrasa y reduce significativamente la aplicación de la Directiva de Información sobre Sostenibilidad Corporativa (CSRD). Sin embargo, los resultados de la encuesta promovida por HEC Paris y la iniciativa WeAreEurope muestran que esta decisión podría comprometer seriamente una ventaja competitiva crucial para Europa.
En un momento de intenso debate sobre la compatibilidad entre sostenibilidad y competitividad, los datos recabados de más de mil profesionales europeos son claros:
El 84% de los encuestados apoya los objetivos de sostenibilidad de la UE, y el 61% está satisfecho con la CSRD tal y como fue aprobada en 2022. Por otro lado, solo el 25% respalda el paquete Omnibus en su forma actual, y más de la mitad considera que requiere cambios profundos.
Esta señal inequívoca del tejido empresarial europeo contradice la narrativa de que la CSRD es una carga insoportable.
Por el contrario, los datos muestran que las empresas están dispuestas —y en muchos casos ya preparadas— a integrar prácticas ESG sólidas en sus operaciones. Lo que piden no es diluir las exigencias, sino mayor claridad técnica, guías prácticas y apoyo en la implementación, especialmente para las pymes.
En este contexto, reafirmamos una convicción: Europa debe seguir apostando de forma consistente por la sostenibilidad corporativa.
No se trata solo de un compromiso ético o ambiental — es, cada vez más, una ventaja competitiva estratégica. A medio y largo plazo, la sostenibilidad se traduce en acceso preferente a inversión, resiliencia operativa, atracción y retención de talento, innovación en modelos de negocio y alineamiento con cadenas de valor globales.
Al exigir un reporte estructurado y comparable de riesgos, impactos y oportunidades ESG, la CSRD sitúa a Europa en una posición de liderazgo normativo y reputacional.
Más de un 90% de las personas encuestadas reconoce este potencial geopolítico de la directiva, incluida la capacidad de influir en normas globales, dinamizar la industria europea de datos ESG y exigir reciprocidad a empresas no europeas.
Retroceder ahora mediante el Omnibus debilita esa ambición, mina la previsibilidad regulatoria y penaliza precisamente a las empresas que se anticiparon —muchas de las cuales ya han invertido significativamente en sistemas, competencias y estructura—.
Naturalmente, hay que asegurar proporcionalidad y evitar la sobrecarga burocrática.
Pero esto debe hacerse a través de ajustes quirúrgicos y apoyos específicos, no desmantelando las reglas antes incluso de que se apliquen plenamente.
En suma, no se trata de elegir entre sostenibilidad y competitividad.
Se trata de reconocer que la sostenibilidad es uno de los pilares de la competitividad futura. Europa tiene la oportunidad de liderar con el ejemplo y convertir una obligación regulatoria en un verdadero motor de innovación, crecimiento y resiliencia económica. Renunciar ahora sería desperdiciar esa oportunidad y comprometer un futuro que todavía puede —y debe— ser sostenible.
Autora: Margarida Natal Mendes
Referencias:
- Comisión Europea (2025). Propuesta de Directiva Omnibus – COM(2025) 80 final.
- WeAreEurope & HEC Paris (2025). CSRD Business Survey 2025 – Parte 1. [Fuente interna, disponible a solicitud]
- Parlamento Europeo y Consejo de la UE (2022). Directiva (UE) 2022/2464.