Créditos Naturales: – Una nueva forma de valorar los ecosistemas

Durante décadas, los créditos de carbono han dominado las estrategias ambientales al permitir que las empresas compensen sus emisiones de CO₂ mediante la compra de créditos y la financiación de proyectos de captura y secuestro de carbono, así como de reducción de emisiones. Sin embargo, por muy relevante que sea este enfoque, sigue desatendiendo una dimensión esencial: el funcionamiento de los ecosistemas y la preservación de la biodiversidad.

La realidad es que hemos dado los ecosistemas por sentados —un error de percepción con consecuencias potencialmente desastrosas—. Sin suelos fértiles, agua limpia, bosques sanos, polinizadores o equilibrio climático, el colapso ecológico se convertirá inevitablemente en un colapso económico, social y civilizacional.


¿Cuál es la diferencia entre créditos de carbono y créditos de naturaleza?

La diferencia clave entre los créditos de carbono y los créditos de naturaleza reside en su alcance. Mientras los primeros se centran exclusivamente en reducir u offsetear las emisiones de gases de efecto invernadero, los segundos buscan valorar la naturaleza en su conjunto —incluida la restauración de hábitats, la conservación de especies, la protección de suelos y cursos de agua y otros servicios ecosistémicos esenciales—.

A diferencia de los créditos de carbono, que se basan principalmente en una métrica estandarizada —toneladas de CO₂ equivalente—, los créditos de naturaleza se apoyan en una evaluación más compleja con múltiples indicadores adaptados a las especificidades de cada territorio. Este enfoque permite captar mejor el verdadero valor de los ecosistemas y de las acciones que contribuyen a su regeneración.


¿Qué puede cambiar con los créditos de naturaleza?

Los créditos de naturaleza pretenden ser una nueva herramienta que supone un avance significativo en la forma de encarar la inversión ambiental. El 7 de julio, la Comisión Europea (European Commission) lanzó la “Hoja de ruta para los Créditos de Restauración de la Naturaleza”, con el objetivo de fomentar la inversión privada en acciones que protejan y preserven la naturaleza y de recompensar a las entidades que las ejecutan y financian. Se trata de un enfoque ambicioso que busca crear un mercado transparente, fiable y estandarizado capaz de canalizar capital privado allí donde es urgentemente necesario.

Este mecanismo puede movilizar la inversión necesaria para cubrir el enorme déficit de financiación ambiental, estimado en 65.000 millones de euros al año en la Unión Europea. Sin la participación activa del sector privado, será prácticamente imposible alcanzar los objetivos de conservación y restauración establecidos.


Una nueva herramienta de gestión del riesgo

Los créditos de naturaleza representan una inversión en acciones positivas para la naturaleza por parte de empresas, instituciones financieras, entidades públicas y, en algunos casos, incluso ciudadanía. A cambio, quienes invierten pueden beneficiarse de ecosistemas más limpios, reducción de riesgos, mejora de la reputación y mayor aceptación social de sus proyectos. Mediante la certificación, estos créditos crean incentivos financieros tangibles para invertir en biodiversidad, aportando un marco común que genera confianza y legitimidad a un mercado emergente.

Las instituciones financieras tienen mucho que ganar con este enfoque. La pérdida de biodiversidad se reconoce hoy como un riesgo financiero material. Degradación de suelos, caída de la productividad agrícola, inundaciones, sequías extremas o proliferación de plagas —todo ello impacta directamente en los activos y en el valor de las inversiones—. En este sentido, los créditos de naturaleza surgen como una herramienta relevante para integrar en carteras de gestión del riesgo y de inversión sostenible.

La importancia de este tema está ampliamente reconocida a nivel global. El Global Risks Report 2025 del World Economic Forum sitúa la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas como el segundo riesgo más grave a largo plazo (10 años). Una señal clara de que la naturaleza ha dejado de ser únicamente una preocupación ambiental para convertirse en una cuestión central de estabilidad económica y financiera mundial.


Una oportunidad para cambiar de rumbo

Más que una innovación técnica, los créditos de naturaleza son una respuesta estructural a un problema civilizatorio. Como advierte Jared Diamond en su libro Colapso: Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen (2005), la historia de la Isla de Pascua sirve de símbolo de alerta. Allí, una sociedad aislada agotó sus recursos naturales hasta el colapso, sin capacidad de marcha atrás.

En este sentido, los créditos de naturaleza no son solo un instrumento financiero: son una estrategia preventiva para evitar repetir los errores del pasado. Aplicados con rigor técnico, integridad científica y en un mercado bien regulado, pueden convertirse en un incentivo eficaz para restaurar humedales, reforestar áreas degradadas o conservar hábitats amenazados. Y, quién sabe, para cumplir la Estrategia de Biodiversidad de la UE para 2030, que pretende revertir la pérdida de biodiversidad y restaurar los ecosistemas europeos de aquí a 2030.


Referencias


Artículo de Mafalda Sousa, Sustainability Consultant en Aliados Consulting.

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